domingo, 31 de marzo de 2013

Un “Piñón” roto en la academia

Ramón Ábalo

Las complicidades civiles con los genocidas empiezan a tener visibilidad. Por el empeño de los organismos de derechos humanos y la conciencia colectiva de sectores populares, surgen esas complicidades, como lo fue el 27 del mes pasado reciente en un acto en la Universidad de Congreso, centro académico con influencia del Centro de Empresarios Mendocinos (CEM) al que siempre hemos calificado como "empresarios de terror", por estar conformado por quienes concentran la riqueza, la tierra, las viñas, las bodegas y la industria.

Inicialmente, fue Pescarmona, el más poderoso, el que llevaba la voz cantante de los dichos empresarios, y ahora más disimuladamente, algunos como el Chango Díaz, monje negro en el gobierno de Martínez Baca, con epicentro en la Legislatura, espacio donde se maquinó la destitución del gobernador que ganó con el 65% de los votantes en las elecciones del ‘73, levantando bien alta la bandera de la patria socialista. Actualizada la cúpula académica de dicha universidad, tiene a su frente a Francisco Piñón, como rector.

Tal vez para disfrazar la fachada de los contenidos ideológicamente derechosos que tiene, Piñón aceptó una jornada de derechos humanos en su salón principal, en Avenida Colón y San Martín de la ciudad de Mendoza. Se proyectaría un audiovisual sobre la suerte corrida por tres mujeres durante la dictadura, y posteriormente un debate en la que intervendrían Sofía D'Andrea, periodista y ex presa política de la dictadura; Pablo Garciarena, abogado querellante por la secretaría de derechos humanos de la nación en los juicios por lesa humanidad que se desarrollan en esta provincia, y Sara Gutiérrez, de Familiares de Detenidos Desaparecidos, psicóloga y titular de una cátedra de derechos humanos. El mismo Piñón estuvo presente. Disfraz o patraña político-ideológica, la cuestión es que le salió el tiro por la culata o no tenía registrado lo que dice aquella canción de Gieco, todo está escrito en la memoria. Y en un momento, desde el auditorio, una voz juvenil se hizo oír con coraje y decisión para acusar a Piñón que tenía un pasado manchado de sangre por su innegable contubernio con la dictadura.
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Y con claridad afirmó la bella niña que el ahora rector, el 25 de noviembre de 1977, siendo rector de la Universidad del Salvador, de Buenos Aires, se le ocurrió bizarramente, como cuadra a un camarada de armas, otorgarle a Emilio Massera, tal vez el más sanguinario de la dictadura, un diploma de "profesor honorario" de dicha universidad. Pese a algunos esfuerzos desde las alturas, no se le pudo impedir que aportara más elementos de la historia nefasta de Piñón, como la de haber pertenecido también a Guardia de Hierro, junto con el Bergoglio Papa, una secta justicialista que en los años ‘60,’70 destilaba lucubradas teorías y actividades reaccionarias, especialmente contra sectores de la izquierda peronista, aunque se afirma que trataba de mediar entre la triple A de López Rega y Montoneros. Durante un juicio por el secuestro y desaparición de dos sacerdotes del mismo palo que Bergoglio, este presentó por escrito afirmando que se había entrevistado con Massera y Videla, años ’76, ‘77, para pedir por la vida de dichos curas, algo que ha provocado más dudas que certezas, y tiñe de oscuro el pasado aquel del Bergoglio de antes y de ahora. Como Papa, ya no podría ser juzgado por los elementos que lo vinculan con los dictadores en el nivel más alto.

Ya con Piñón rector inmóvil y desfigurado su rostro, hubo quienes se levantaron y se fueron como gesto de repudio al académico. Pero muchos, la mayoría jóvenes, se mantuvieron en sus puestos requiriendo mayores datos sobre el cuestionado pasado de Piñón, a lo que la joven hizo aportes, que tienen, en general, el estigma de la dictadura genocida, vinculando tanto a Piñón como a Bergoglio.

Los civiles comprometidos con el genocidio son cada vez más visibles, tienen nombre y apellido y una foja de "servicios" que los vincula, o directamente los hace responsables del mismo acto de exterminio de la vida de miles de argentinos. Es que no sabían que todo está escrito en la memoria.

La Quinta Pata

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