domingo, 27 de julio de 2014

Aguantar aunque vengan degollando

Ramón Ábalo

Como decía el Gran Libertador, hagamos como nuestros hermanos los indios: aunque sea en pelotas enfrentemos a los enemigos y lo demás no importa. Y de la mano de otro de los nuestros, el Martín Fierro, si hay que sacar los fierros, que salgan cortando. Y si no, recordemos aquellos años del 1806 y el 1807, que echamos a los ingleses colonialistas, piratas, esclavistas explotadores y asaltantes de pueblos, a puro aceite y agua hirviendo. Y en la Vuelta de Obligado, hocicaron en el fondo del río Paraná los colonialistas franceses y otra vez la Inglaterra Después los que pusieron sus pies en polvorosa y se rajaron a sus propios dominios, fue el español de la Inquisición y el oscurantismo católico. De esta tierra argenta del fin del mapa, los invasores siempre se fueron con la cola entre las piernas, desde el Mar del Norte hasta la tierra del fuego. Claro, tras de sí la tierra se inundaba de la sangre de sus originales poseedores, exterminados con la cruz y la espada. Como todos las comunidades del mundo que desde el principio de la historia se inmolaron por la libertad y la propia dignidad humana.

Y ahora la coalición de la Europa decadente con el imperialismo yanqui cuestionando la soberanía argentina, que es la de toda la latinoamericana y de los pobres del mundo para imponernos el yugo de las finanzas, emblema del neoliberalismo. No importa a como sea, la cuestión es reflotar lo que se les cae a pedazos en esta parte del universo, como lo que ya no es: la sumisión por el dinero.

O sea el neoliberalismo en estado puro, tal lo adoptado por los cipayos nativos, los Menem por ejemplo y antes con las apoyaturas de las bayonetas genocidas. O sea la reducción del Estado a su mínima expresión libre flujo de entrada y salida de capitales especulativos, primacía de la valorización financiera sobre la producción, sobre la economía; privatizaciones: hidrocarburos (petróleo YPF, gas, minería); energía eléctrica ( empresas de luz y fuerza); telecomunicaciones (correos, teléfonos): transporte (ferrocarriles, Aerolíneas Argentinas, flota mercante, subterráneos); servicios básicos (agua corriente, cloacas, salud, educación); industrias claves (siderurgia, cemento); la naval y la aeronáutica (fabricaciones militares, astilleros); espacio radioeléctrico y hasta la confección de documentos nacionales, como los pasaportes; entrega al sector financiero de los ahorros jubilatorios (AFJP), y desregulación laboral (rebaja de salarios y jubilaciones, despidos masivos, exclusión y asesinatos y desaparición de dirigentes gremiales, clausura de las paritarias, represión a la militancia gremial, represión a la protesta social).

Y en el 2001 al liberalismo nativo se le llenó la cocina de humo en esta Argentina de las relaciones carnales, del cipayismo del champan y la pizza con los criminales de guerra. Los cabecitas negras, el lumpenaje de las villas y no menor en bronca y número de la clase media urbana, se lanzaron a las calles con sonoridades nuevas en crispación, el de las cacerolas, gritando la bronca nuevos actores proletarios, el de los piquetes, el de las asambleas populares en el intento de construir el poder popular desde abajo, porque para que el fuego caliente también debe venir desde abajo. Y como lo dijo el general, el pueblo hizo tronar el escarmiento. Por eso la caldera se comprimió hasta hacer saltar las urnas y el 2003 fue el inicio de la recuperación.

Prácticamente todo el pueblo laburante fue la víctima, los empleados, la pequeña y mediana burguesía, el trabajo, los jóvenes, la educación, la salud y la cultura. Pero desde aquel 1806, el de la primera invasión inglesa, la mixtura de nativos, esclavos liberados, criollos, gauchos y originarios aún en la pelea, convertidos en montoneras de la pampa, las montañas y los desiertos fundaron el Estado Nación. Los ríos de sangre humana fertilizaron la tierra y de su esencia rebrotan las rebeldías, repitiendo en clave de dignidad y solidaridad los tiempos libertarios presentes y por venir.

Aprieten como aprieten, lancen las municiones que sean, nos nieguen las migajas del fraude financiero internacional, no nos vamos a morir de hambre. Recuerdo que cuando muchacho, en la esquina de la Calle Larga y la Media Luna, nos solazábamos, al mismo tiempo que despotricábamos contra el poder oligárquico, nos repetíamos: "...somos un país en que si no entra nada nada y aunque salga mucho, es pa' que igual todos los argentinachos vivamos sin laburar panza pa'rriba". Y entonces, más que claro PODEMOS AGUANTAR AUNQUE VENGAN DEGOLLANDO.

La Quinta Pata

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