domingo, 31 de agosto de 2014

"Romano era un servidor absoluto de los militares", declaró el periodista Alberto Atienza

Lo aseguró en su declaración el periodista Alberto Víctor Atienza en el megajuicio por delitos de lesa humanidad. Además prestaron testimonio Julio Santiago Quiroga y Arturo Marcos Garcetti, quienes aportaron datos sobre detenciones en el Liceo Militar General Espejo.

Lo aseguró en su declaración el periodista Alberto Víctor Atienza. Además prestaron testimonio Julio Santiago Quiroga y Arturo Marcos Garcetti, quienes aportaron datos sobre detenciones en el Liceo Militar General Espejo.

La Audiencia Nº 35 en el marco del IV Juicio por delitos de lesa humanidad, contó {con las declaraciones de Julio Santiago Quiroga, Alberto Víctor y Arturo Marcos Garcetti. Los testimonios brindaron detalles sobre las condiciones de detención en el Liceo Militar General Espejo. Además aportaron datos sobre otras causas que se investigan en el actual proceso de enjuiciamiento.

El primer testimonio fue de Julio Santiago Quiroga, quien para 1976 cursaba el cuarto año de Ciencias Económicas y fue detenido en su domicilio, en la Villa de Lavalle, por personal de la Fuerza Aérea y luego fue llevado a una comisaría de aquel departamento. Al día siguiente, personal del Ejército lo llevó hasta un descampado donde fue interrogado mientras era apuntado por un fusil en la sien. “Insistían con que era Montonero”, recordó sobre episodio que fue seguido por un simulacro de fusilamiento. Durante su testimonio no logró determinar si estuvo detenido en los centros clandestinos de detención “Las Lajas” o “El Chalecito”.

Posteriormente, fue llevado al Liceo Militar, donde estuvo bajo la vigilancia de los guardias del lugar. Sobre esto recordó los nombres de los exoficiales Fuertes, Quiroga, y Viezcas. “El Liceo era un depósito de presos. A todos nos consideraban pesados”, expresó Quiroga, y agregó que por la cantidad de presos políticos detenidos, había calabozos improvisados en las duchas de la guardia.

Allí, compartió cautiverio con Elio Berdejo y Néstor Cinturión. “Esos fueron los dos presos políticos que vi torturados”, expresó y agregó que en reiteradas ocasiones fue interrogado con los ojos vendados.

El 14 de mayo fue trasladado a la Penitenciaria junto al escritor Antonio Di Benedetto y el periodista Tránsito Lucero. Con respecto a este lugar, aportó datos sobre el caso Santiago Illa, detenido y luego asesinado en esa dependencia.

El 31 de mayo de 1976, el alcalde de la Penitenciaria identificado como Quenan, le informa sobre su libertad. “Nunca me dijeron por qué estuve detenido, nunca me dijeron por qué era considerado un pesado, nunca me dijeron por qué quedé en libertad tampoco”. Tras firmar un acta, recordó que caminó en zigzag a contramano de las calles para no ser interceptado por ningún otro vehículo. De esta manera, llegó a su lugar de residencia en Lavalle.

Quiroga relató sobre las dificultadas para reincorporarse a su trabajo y las circunstancias que debió superar para terminar sus estudios. Supo de una lista en Ciencias Económicas que determinó la expulsión de 120 estudiantes, “entre ellos el Rolo Gabrielli y Abihaggle, yo zafé”, recordó.

Tras la declaración de Quiroga, dio testimonio el periodista Alberto Víctor Atienza, quien para el año 1976, trabajaba en la sección “policiales” en el diario El Andino, vespertino que pertenecía a Los Andes.

“Mi tarea era bastante comprometida con la realidad que se vivía en aquel momento.

Realizábamos un registro que no había en ningún lado”, valoró Atienza en relación al rol de los periodistas durante los años previos, incluso durante el golpe cívico militar. De la misma manera, mencionó a otros profesionales que fueron serviciales a las fuerzas militares, suministrando listas con nombres de colegas.

Fue detenido y tras ser golpeado, fue trasladado al Liceo Militar General Espejo bajo la amenaza de un fusil. Allí pasó quince días según la certificación realizada por el exoficial González Viezcas, aunque -por comentarios de sus compañeros- su cautiverio podría haber sido mayor, dado que no tuvo registro su paso por la 8va Compañía de Comunicaciones.

En el mismo sentido, declaró sobre dos interrogatorios sufridos en El Liceo. “Una de las preguntas reiteradas, era si yo había amenazado a Romano, cosa que hice pero sobre lo cual nunca hubo denuncia, por eso no sé cómo los interrogadores lo sabían”. Esa amenaza hacia Romano tuvo lugar en el año 1970, quien habría provocado un entrevero entre Quiroga y su exesposa, que trabajaba con el exjuez.

“Algunas preguntas tenían su lógica y otras eran absurdas”, recordó sobre el contenido de los interrogatorios a los que fue sometido e hizo lugar a versiones que circulaban entorno al accionar de la Justicia. “Durante la dictadura militar, era notorio que Romano era un servidor absoluto a las fuerzas militares, porque nunca prosperó ningún recurso presentado en defensa de los presos políticos”, agregó.

Durante su exposición, el periodista recordó a funcionarios, colegas y sindicalistas con los que coincidiera en una de las cuadras del Liceo, entre ellos Rafael Morán y Pedro Tránsito Lucero (jefe de noticias del Diario El Andino, fallecido recientemente).

Además relató que tras quedar en libertad “vivíamos aterrorizados porque sabíamos que muchos morían en la calle tras salir en libertad”. Hasta 1979 le fue prohibido ejercer el periodismo. Actualmente hace lo propio desde la página digital “La quinta pata”.

Finalmente, el tercer testimonio fue de Arturo Marcos Garcetti, reconocido por su actividad como Secretario General del Sindicato de los Trabajadores de la Educación.

Garcetti centró su testimonio sobre el tiempo de detención en el Liceo Militar, ampliando su anterior declaración prestada en febrero de 2011. De esta manera, brindó detalles sobre su propia detención ocurrida el 24 de marzo de 1976, por personal del Ejército.

Según su relato, estuvo detenido en la Penitencia Provincial, el D2 para finalmente quedar en el Liceo. Alojado en una barraca bajo una disciplina estricta, aseguró que el trato se endureció al afianzarse el gobierno militar en el poder. Allí permaneció aproximadamente dos meses, bajo la custodia del capitán González Viezcas.

El testigo recordó que fue sometido a interrogatorio, y era indagado sobre su actividad sindical. Además, recordó una conversación que tuvo con el exoficial José Antonio Fuertes, único contacto que tuviera con el personal militar. “Me atreví a decirle que si el procedimiento de las autoridades iba a equiparar metodológicamente al de los terroristas, no iba a ver diferencia moral entre un bando y el otro, y que la gente a la se le atribuía la responsabilidad de gobernar tenían que cumplir con la ley y no transitar el camino de la violencia".

Fuente: Prensa Gobierno de Mendoza

La Quinta Pata