domingo, 16 de noviembre de 2014

Berni, el mano dura, personaje internacional

Ramón Ábalo

Sorprende este personaje, que se destaca desde sus funciones de secretario de Seguridad en el susodicho Ministerio, por sus acciones represivas contra la protesta social, los piqueteros, los villeros, y más recientemente, contra los "esquineros", muchachos y muchachas que se reúnen en las esquinas, en las plazas y en todo espacio público donde se permiten -ellos- hablar, discutir y ensayar los pasos del amor. En contrario con las políticas nacionales y populares que bajan de las alturas de los gobiernos central y provinciales, Berni se asemeja a los represores de la dictadura genocida, y aunque no ha llegado a la ejecución y la desaparición de personas, sus prácticas de "tolerancia cero" cunden en otros ámbitos como las llamadas fuerzas de seguridad, los tribunales, las cárceles y en las calles.

Sin querer queriendo sus métodos se reflejan en la sociedad, en especial en los sectores populares, para resquebrajar la figura presidencial, las políticas de inclusión social y la soberanía política y económica. Es decir, que la mano dura de la que se hace gala es caldo de cultivo para que la oposición deshilachada engorde sus odios y descargue perdigonadas verbales y desestabilizadoras
a granel.

Es hombre de armas llevar, con un pasado que lo aproxima a sectores de la represión genocida y de los "caras pintadas", entre los que tiene varios amigos. No es un niño de pecho y menos un funcionario afín con los derechos de los ciudadanos. Por el contrario, es perseguidor de los perseguidos por "portación de rostro", vocero de la expulsión sin juicio previo de los extranjeros "que vienen a matar y robar". En fin...."méritos" que han trascendido las fronteras nacionales para convertirse, desde hace quince días, en un personaje de nivel internacional. En efecto, fue elegido vocal, por las Américas, del Comité ejecutivo de Interpol, la policía internacional, durante la asamblea general que se celebró en Mónaco, Francia. Vale señalar, que María Cecilia Rodríguez es la titular del Ministerio, pero es Berni el que se lleva "los laureles" de una representación orgánicamente secundaria, pero mediáticamente figura centro de la "seguridad nacional"

A continuación transcribimos el contenido de una columna de opinión de la revista quincenal ACCION, del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos:

PARAR LA MANO - Por Daniel Vila

Hace algunas semanas, el hiperactivo secretario de Seguridad Nacional, Sergio Berni, ha iniciado un periplo por los programas periodísticos de radio y TV, con el fin de ratificar la "tolerancia cero" a los piquetes, reclamar la expulsión del país de "los extranjeros que vienen a robar"; justificar los violentos desalojos de villas de emergencia; reprender severamente a diputados de su propio partido, burlarse de organismos que por décadas se han enfrentado a los genocidas en defensa de los derechos humanos: -"qué CELS? Del Sel?", ironizó en alusión al Centro de Estudios Legales y Sociales- y colmarse de autoelogios mientras ridiculiza a los "teóricos del garantismo", remisos a reconocer el esforzado trabajo de un funcionario que, con una estética demasiado parecida a la de Aldo Rico, está siempre dispuesto a desembarcar en cualquier sitio donde se altere el orden establecido.

Llama la atención que en su catarata de desestimaciones haya omitido referirse a la cantidad de comisarios y oficiales detenidos en los últimos días por su pertenencia a bandas que actúan en el ámbito de los desarmaderos, la trata de personas y el narcotráfico.

También preocupa que utilice un doble rasero, ya que se había mostrado más comprensivo en octubre del 2012, cuando sus subordinados, gendarmes y prefectos, protagonizaron un bochornoso motín para presionar por mejores salarios. Por entonces actuó como un sereno negociador y contribuyó a satisfacer las demandas de los sublevados. Estaba abierta al tránsito la zona del edificio Centinela? Tenían fueros especiales los uniformados que rompieron la cadena de mandos?

Sería deseable que Berni controlara su impulsividad, respetar a sus interlocutores, intentara comprender las motivaciones profundas de los conflictos y recordara que pertenece a un gobierno que desde sus inicios se ha comprometido a impedir que los expeditivos recursos de los que históricamente han abusado las fuerzas de seguridad sean utilizados para reprimir la protesta social.

La Quinta Pata

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