domingo, 1 de marzo de 2015

Un fallo que reorienta la mirada

Carlos Almenara

El fallo de Rafecas desestimando in limine la denuncia de Pollicita y, previamente, de Nisman, pone las cosas en su lugar. Ratifica los puntos que hemos comentado largamente y sigue el sendero de juristas de prestigio que ya habían advertido su inconsistencia.

Ratifica, además, que la situación política del oficialismo en el momento de la muerte de Nisman era de fortaleza y no de debilidad como se pretendió hacer creer. El oficialismo enfrentaría el lunes posterior al deceso una denuncia endeble con la que se haría un pic-nic a la hora de discutir en el Congreso.

El obsceno trabajo mediático de vincular al gobierno nacional con la muerte del fiscal merece ser analizado. Con insinuaciones, medias lenguas, sí pero no, no pero sí, contradicciones flagrantes y en ocasiones con acusaciones directas se pretendió que desde el gobierno nacional emanaba la responsabilidad de la muerte. Como no tenían un solo indicio, cuando se veían descolocados, aducían que el gobierno era responsable de cuidarlo, equiparando una eventual negligencia de un custodio con un crimen, custodios que, para colmo, hacían lo que les decía Nisman. Infamias insólitas, sólo asimilables al nivel de veneno que destilan los medios hegemónicos.

La desmentida siempre es compleja porque uno se queda pensando si no da entidad a lo que desmiente, pero aquí no hay alternativa. Podemos sostener entonces que si había un interesado en cuidar al fiscal, a quien rebatirían fácilmente, era el gobierno. Este es un argumento cierto y sirve a la lógica, lo que no es cierto y no hay ningún aval histórico para pensarlo es que el gobierno pudiera apelar a métodos asesinos. Es decir, tampoco puede derivarse que si la denuncia sí tuviera carnadura el gobierno hubiera apelado a semejantes métodos. Nada habilita una grosería semejante. Y esta cuestión no es menor, porque el gobierno nacional enarbola la ampliación de derechos cívicos y derechos humanos como genuinas banderas de este tiempo, pero que son a la vez pisos mejores para la convivencia de los argentinos. Cuando el lenguaje mediático circula por estos pasadizos también está forzando la vuelta de un ideario en que la muerte forma parte de la disputa política.

Ello no es nuevo para varios actores que forman parte del tablero.

Patricia Bullrich y Laura Alonso disputan por convertirse en la Corina Machado argentina, esto es, las diputadas financiadas desde Estados Unidos y por los fondos buitre, líderes del golpismo. Y como ya se vio en Venezuela la violencia es el recurso al que apelan. Esas dos diputadas precisamente son las que registraron llamados con el fiscal, muchísimos llamados, sus últimas horas de vida. En el caso de Alonso se demostró que mintió de modo flagrante diciendo en una ocasión, luego de la muerte, “no sé más que lo que dicen los medios” y varios días después, de modo melodramático, “el fiscal me miró a los ojos y me dijo ‘Cristina ordenó todo’”. Una farsa indigerible y de mal gusto cuyo vínculo con la muerte debe establecerse.

El grupo Clarín que desde 2008 imagina un cambio de gobierno de mano de la destitución cacerola. Clarín no tiene vínculos con la dictadura, Clarín “es” la dictadura. Si se recorren los años de plomo es clarísimo el rol de ideólogo que jugó ese grupo y su grado de involucramiento con delitos de lesa humanidad como se ve en el robo de Papel Prensa. Nisman hizo un intenso raid televisivo por todos los medios de Clarín y mostró vínculos promiscuos con periodistas del grupo como Lanata o Levinas. Hay que indagar cómo se relaciona esta hiperactividad mediática con la muerte del fiscal. Un aparte merece otro intenso raid por los medios de Clarín: el que realizó Strassera justo antes de su muerte, un hombre con una salud débil para quien Magnetto no tuvo contemplaciones en sacarle hasta la última diatriba contra Cristina. Una prueba más de la ética del grupo.

La embajada estadounidense. Noah Mamet, nuevo embajador, presente en el sepelio de Nisman, aclamado cual nuevo Braden, bien podría responder por qué la embajada interviene en asuntos internos del país y tal como describen los verídicos cables de Weakyleaks, por qué daba instrucciones, órdenes en verdad, a Nisman sobre qué hacer con la causa AMIA.

Las representaciones oficiales del gobierno israelí. Lamentablemente la derecha judía avanzó mucho en los organismos comunitarios y estos representantes priorizan los objetivos de la derecha gobernante en Israel antes que los intereses del pueblo judío argentino. Tan crueles son que pretenden negar verdad a las propias víctimas del atentado a fin de señalar a Irán como responsable, sin pruebas, y porque supuestamente le conviene a Israel.

Los agentes de inteligencia desplazados desde diciembre. Ahora nos enteramos que durante más de dos años en lugar de investigar qué pasó en la AMIA, Nisman y los agentes de inteligencia con que trabajaba operaban contra la presidenta. Es poco creíble que los servicios estadounidenses e israelíes no supieran de ello. Es fácil deducir que a partir de la promiscua relación entre los fondos negros de la SIDE y sectores de la justicia federal, buena parte de las causas contra miembros del gobierno nacional tengan un origen de este tipo.

Sectores de lo que la presidenta llamó “el partido judicial”. Se mezclan allí motivaciones diversas que van desde el resguardo de privilegios, motivos ideológicos, acomodaticios hasta el manejo vergonzante de las aspiraciones presidenciales del titular de la Corte Suprema.

Este tablero muestra un conjunto de actores hostiles a una democracia verdadera, que impide el juego del debate democrático de modelos políticos sustituyéndolo por golpes de mano, golpes de efecto que obturan el pensamiento.

El fallo de Rafecas ratifica que la muerte de Nisman es la punta del iceberg de un complot. ¿Estarán los miembros de la justicia implicados en su esclarecimiento en condiciones de echar luz sobre algo tan importante para los argentinos?

La Quinta Pata

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